Algo que preocupa a los consumidores de infusiones es cómo conservarlas. Es muy importante saber que las infusiones no tienen fecha de caducidad, pero sí fecha de consumo preferente. Esto significa que las infusiones no caducan, pero, evidentemente, las plantas con el paso del tiempo, van perdiendo sus propiedades beneficiosas y organolépticas, es decir, aroma y sabor.
Es muy común abrir una de las estanterías de la cocina y encontrarnos con un caos absoluto en el rincón de las infusiones. Y es que cada una aparece empaquetada de una manera distinta: en plásticos, cartones, bolsitas, … convirtiéndolas en las grandes maltratadas de nuestra alacena.
Hagamos un viaje en el tiempo y recordemos cómo conservaban las infusiones nuestras abuelas.
Lo ideal para mantener la calidad de las infusiones es guardarlas en un lugar fresco y seco, puesto que la humedad es su gran enemigo. La temperatura perfecta ronda los 19 -20ºC. La luz tampoco las beneficia, así que hay que protegerlas de la misma, de ahí que lo ideal sea conservarlas en un recipiente hermético y opaco o en un armario cerrado.
El calor y el humo de los fogones resultan perjudiciales, por lo que aléjalas de estos focos.
¿Cuál es el mejor sitio para almacenar infusiones? Pues una despensa fresquita, oscura y seca. Evidentemente, si no dispones de una, no te preocupes, con que las mantengas alejadas de esos tres elementos: luz, calor y humedad, será suficiente. Lo ideal es consumirlas en un plazo de 6 meses a 1 año desde la compra.